Perdidos en las olas ásperas de nuestros pensamientos y sueños, viajamos al otro lado del mundo. Un baño fresco nos carga y, al fin y al cabo, un horizonte infinito nos hace encontrar, por fin, lo que habíamos perdido. Prosperando, vivimos surfeando hasta el último día, cuando los ojos nostálgicos nos enseñan que la vida ahora se nos ha ido de las manos.