El más perfecto de los laberintos donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni pasillos agotadores para caminar, ni muros que te prohíban pasar. Una paradoja mística, espacial, temporal, lógica. Y sonido. Entramos en ella y ya no sabemos cómo salir.-Inspirada liberalmente en Los dos reyes y los dos laberintos - (J.L. Borges, 1952)