Explorar los espacios musicales de la música clásica

La música clásica existe primordialmente para ser escuchada. Su valor reside precisamente en el acto de ser interpretada para un deleite superior que no puede ser verbalizado, al menos no mientras suena. Es arte elevado en una forma sublime que incluso excede las expectativas y estructuras de cualquier otra obra creada por la inventiva humana, porque comunica lo que significa experimentar la música en un estado puro: una sucesión de sonidos ordenados que van cambiando progresivamente y de manera armónica para diferenciarse del ruido y distinguirse por encima del silencio. Precisamente la conexión humana con algo superior que identificamos enseguida como la belleza en el caso de la música clásica es el resultado de una serie de medios que intervienen para hacerlo posible: el compositor que ha creado una partitura para ser interpretada y escuchada, los músicos que utilizan su instrumento para intervenir en el momento exacto como parte de un todo, el director que vela por el cumplimiento de las partes y la audiencia que silenciosamente escucha el resultado como quien recibe un regalo.

En la historia del arte "clásico" se refiere a lo que instaura un canon y representa lo mejor y más grande jamás alcanzado dentro de una manifestación artística occidental; del mismo modo en que la civilización griega, a la cual le debemos el término "clásico", lo hizo como última síntesis de la cultura en Occidente. De esta manera la música clásica suscribe una edad de oro para la historia de la música y bajo esta concepción denominamos todas las composiciones musicales cultas y de carácter académico creadas hasta el siglo XIX. Posteriormente cuando en el siglo XX surgió la concepción y hegemonía de la música popular y sus distintos géneros musicales se convierte por defecto en el opuesto de la llamada música clásica y subraya su función como "arte elevado" o "elitesco". Si bien actualmente estas distinciones han difuminado esta percepción (ya que en cualquiera de sus formas la música es ante todo arte) la música clásica no ha perdido su aura especial como arte exquisito y de buen gusto pero también como solaz para el espíritu.

La música clásica es emoción pura transformada en una experiencia sensorial que gracias a la conjunción de nuestros limitados sentidos se traduce como un nuevo lenguaje que no puede ser abarcado completamente por la palabra: el del alma en comunión con el mundo; y es por esta razón que la música clásica siempre será la representación más importante, sublime y esquiva de ese fino arte que llamamos música.